Rarámuris de la Sierra Madre de México

Publicado el 1 de mayo de 2025, 20:17

El paisaje y la naturaleza tallan a los pueblos que los habitan, sus creencias, sus tradiciones, su arte y en definitiva la vida.

Estamos en la Sierra madre de México, una cadena montañosa de 1.500 km que divide en dos el norte del país. El clima cambia, desde las barrancas de los ríos con vegetación semitropical, a picos que alcanzan los 3.000m donde las temperaturas bajan de los ceros grados en invierno y nieva. Un territorio perdido, en lo físico y en el tiempo. Con difícil acceso a sus escasos pueblos, a los que se llega en muchas ocasiones por pistas de arena que sortean cañones de vértigo. Estamos en territorio tarahumara o como prefieren denominarse ellos mismos, rarámuris, un término similar al utilizado por muchos pueblos que significa “seres humanos” y los diferencia del resto, a los que llaman chabochis (blancos y mestizos) y consideran criaturas diferentes.

Los paisajes agrestes de la Sierra, que alternan bosques con ríos y grandes extensiones desérticas, así como su aislamiento, han propiciado el mito mágico del lugar y sus gentes, a lo que han contribuido escritores y antropólogos que han vivido allí.

Viajar por la Sierra es también viajar en el tiempo y volver a sentir la sensación del descubrimiento.

Historia

Se sabe poco de la historia previa a los primeros contactos con los exploradores españoles, pero vivían en una extensión muy superior a la actual y eran cazadores, recolectores y agricultores seminómadas. Aunque los primeros contactos se produjeron a finales del S. XVI, no fue hasta 1631, debido al descubrimiento de minas de plata en la zona, cuando el contacto se incrementó con la llegada de mineros y colonos desde el centro de México.

Los jesuitas llegaron también por esas fechas y establecieron algunas misiones en la Sierra, formadas por una iglesia y un pequeño poblado. También introdujeron la ganadería de vacas, ovejas y cabras. A pesar de ello, los asentamientos de los rarámuris en los poblados construidos por los jesuitas fueron muy escasos.

La ganadería cambio la forma de vida de los rarámuris. Les permitió tener mejor alimentación, fibras para sus textiles y sobre todo abono para poder cultivar las tierras altas, favoreciendo el establecimiento en zonas más remotas, lejos de la presión de los colonos, donde siguen viviendo en la actualidad.

Con la expulsión de los jesuitas en 1767, los franciscanos siguieron la actividad iniciada por la Compañía de Jesús hasta que en 1859 el Gobierno mexicano expropió los terrenos de la iglesia y dejó el acceso libre a nuevos colonos que tomaron posesión de las tierras más fértiles, aislando a los rarámuris a las zonas más agrestes de la Sierra. Tal vez este aislamiento voluntario es lo que ha permitido que sean uno de los pueblos que mantienen más vivas sus tradiciones, aunque, como veremos más adelante, con un fuerte sincretismo con el cristianismo.

Durante el S. XIX se produjeron varias revueltas contra la ocupación de las tierras indígenas por parte de compañías extranjeras y colonos mestizos. Los rarámuris participaron en estas revueltas, en algunas ocasiones junto a los apaches. El Gobierno de Porfirio Díaz había facilitado la entrada en la región de compañías mineras y madereras americanas.

A lo largo del S. XX la población extranjera y mestiza creció mucho, pero se mantuvo concentrada en las ciudades y pueblos más grandes como Creel y Batopilas, dejando la sierra lejana y más difícil de cultivar para los rarámuris.

Actualmente la mayor parte vive en rancherías, pequeños grupos de casas aislados, y bajan a los pueblos para comprar, vender sus productos o a la iglesia para las ceremonias religiosas y fiestas.

El Gobierno mexicano y algunas organizaciones religiosas han establecido escuelas e internados en las antiguas misiones fundadas por los jesuitas y en los pueblos más importantes. En las clases se mezcla el idioma nativo con el español y los profesores son mestizos y rarámuris. El INI (Instituto Nacional Indigenista) está haciendo un gran esfuerzo por preservar la cultura rarámuri y que la opinión e instituciones locales originales tengan mayor peso en una región de mayoría - desde la óptica rarámuri – extranjera.

Organización Social

La organización tradicional rarámuri convive con las estructuras administrativas y políticas del Estado mexicano. Las rancherías son pequeñas agrupaciones de casas aisladas situadas relativamente cerca de un pueblo. Esta “cercanía” puede implicar desplazamientos de horas por estrechos caminos de montaña.

Los pueblos suelen ser simplemente una iglesia, un centro social o escuela y algunas casas, generalmente habitadas por mestizos.

La máxima autoridad rarámuri es la asamblea, que está formada por hombres y mujeres quienes eligen al gobernador o siríane, el portador del bastón de mando. Sus funciones son muy amplias, desde juez hasta sacerdote. El cargo se renueva tras un periodo que varía entre dos y diez años. Del gobernador dependen una seria de funcionarios cuya denominación recuerda su origen militar, mayor, capitán, teniente, fiscal y soldado. Hacen funciones de policía, organización de eventos, administrativas, civiles y otras de apoyo a la comunidad.

El gobernador tiene también un papel muy relevante en los rituales religiosos y mortuorios.

Un evento muy importante en la vida social rarámuri son las tesgüinadas. El tesgüino es una bebida hecha a base de maíz, similar a la cerveza. Es una bebida social pero también ritual utilizada en sanaciones, ceremonias religiosas y ofrendas. Se bebe tesgüino en las fiestas, cuando una familia recibe una visita, cuando se termina la construcción de una casa, en determinadas fechas agrícolas, en los funerales y en las reuniones donde hay que deliberar algo importante. En estas reuniones, como se hace con la hoja de coca en los Andes, el tesgüino ayuda a crear un estado especial para expresarse sin reservas y escuchar a los otros.

Desde hace unos años, con la aculturación de la sociedad rarámuri, esta bebida ha salido de sus contextos ceremoniales y se consume, sobre todo entre los hombres, fuera de ellos, lo que ha provocado un problema de alcoholismo en algunas comunidades. Por este motivo, las mujeres están tomando un papel más importante en las asambleas y cada vez hay más gobernadoras.

La introducción del ganado supuso una reorganización en las tareas y un cambio de vida. Las mujeres se ocupan de los animales y los hombres del cuidado de las fincas agrícolas. Como comentamos, utilizan el excremento del ganado para abonar la tierra, lo que les ha permitido cultivar en zonas altas poco fértiles y conquistar la Sierra.

Practican un nomadismo estacional. En el verano ocupan las viviendas de las regiones altas y se llevan a cabo las tareas de siembra y cosecha. Con la llegada del invierno descienden con el ganado hacia las barrancas de los ríos donde el clima es mucho más benigno.

 

Antonin Artaud y los Tarahumaras

En 1936 el poeta, actor y dramaturgo francés Antonin Artaud, figura destacada del movimiento surrealista, inició un viaje a México que fue para él iniciático. En una Europa en crisis, con la que había sido muy crítico, Artaud fue a México en busca de una realidad diferente que encontró entre los rarámuris (tarahumaras). Había denunciado en sus obras la falsedad de la cultura occidental basada en un racionalismo dogmático que aleja al ser humano de sus principios esenciales espirituales.

A su vuelta, después de varias crisis nerviosas, acabó internado en el hospital psiquiátrico de Rodez en donde recurrió, como él mismo relata, a sus recuerdos entre los rarámuris para poder sobrevivir. Estos recuerdos los fue escribiendo en cuadernos y el resultado fue el libro Los Tarahumara, publicado en 1945.

Es un libro que se desliza sobre la delgada línea que existe entre la lucidez visionaria y la locura, pero eso es parte del alma de México, uno de los últimos lugares en los que es posible creer en la magia.

Dice Artaud:

“Para los tarahumaras el pecado no existe: el mal es la pérdida de la conciencia. Pues, para los tarahumaras, los altos problemas filosóficos cuentan más que los preceptos de nuestra moralidad occidental”

“Los tarahumaras están obsesionados por la filosofía; y lo están hasta una especie de embrujamiento psicológico; para ellos no hay gesto perdido, no hay gesto que no tenga un sentido de filosofía directa”

Con estas frases Artaud se sorprende de que un pueblo que vive en unas duras condiciones de subsistencia en una tierra con frecuencia hostil, tenga preocupaciones que trascienden lo cotidiano y lo compara indirectamente con Occidente, donde para el poeta ocurría justo lo contrario.

También describe la visión que los rarámuris tienen del alma y la permanente lucha entre el bien y el mal. Ambos puntos los veremos posteriormente cuando hablemos del alma y de los rituales de Semana Santa.

Hace también referencia al peyote (ciguri), su significado, ceremonias y utilización.

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Para los rarámuris el peyote, como muchos otros elementos de la naturaleza, no es una simple planta, sino un ser viviente dotado de espíritu. Su utilización está restringida al curandero, el cual decide quién y cuando puede hacer uso de él.

Normalmente se hacen largos viajes, de hasta un mes, para recolectarlo, en los que participa el curandero y sus ayudantes. Cuando se regresa a la ranchería el peyote se guarda en un lugar sagrado y se le hacen ofrendas de plantas, comida y tesgüino.

El principal uso del peyote es en ceremonias de sanación. El curandero coloca peyote y una cruz en el patio de la casa del enfermo y se hace la danza ritual del dutuburi, luego los asistentes consumen la planta, cuyos efectos pueden durar toda lo noche. La toma más importante es la del curandero que utilizará sus visiones para determinar el mal del enfermo y su medio de sanación.

 

En México no son extraños los casos de curaciones, podríamos decir chamánicas. Ha habido curanderos muy famosos que han asistido incluso a los presidentes del país, pero es un tema que excede el alcance de este artículo.

El peyote también puede ser el causante de una enfermedad si su espíritu no es tratado y utilizado de forma correcta. Al ser una planta sagrada, regalo de Dios, debe ser tratada como tal.

En ocasiones especiales, cada vez más escasas, se llevan a cabo ceremonias del peyote en las que participa la mayor parte de los miembros de la ranchería. Están dirigidas por uno o varios sacerdotes del peyote y el objetivo es contactar con lo sagrado, la experiencia mística interna.

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Los rarámuris permitieron a Artaud participar en sus ceremonias del peyote y de su experiencia dice:

Tomé peyote en la montaña y permanecí dos o tres días entre los tarahumaras, pensé entonces, en aquel momento, que estaba viviendo los tres días más felices de mi existencia”

Los rarámuris fueron muy estudiados por diversos antropólogos a principios del S. XX y el peyote fue objeto de investigación por parte de los etnobotánicos, principalmente de Harvard, pero fue Antonin Artaud quien creó el mito de un pueblo misterioso y mágico en los barrancos remotos de la Sierra norte de México.

Como veremos a continuación, parte de esta magia sigue viva y continúa sorprendiendo a los viajeros que llegan a esas tierras.

Escribía el antropólogo William L. Merrill, que vivió con los rarámuris a finales del siglo pasado:

“los rarámuris del S. XVI tendrían poca dificultad en reconocer a sus descendientes del XX”.

Cosmología

Los mitos de creación del mundo hablan de universos anteriores donde la tierra era habitada por gigantes, como en otras cosmogonías mesoamericanas, los mundos se fueron destruyendo hasta que en el actual Dios creo a los rarámuris. Otros mitos hablan de unos personajes primigenios que calmaron los ciclos de desastres naturales y así crearon las condiciones para la existencia de la Tierra como la conocemos actualmente.

El universo consta de tres niveles, el superior donde habita Dios y las almas que han ascendido, el intermedio que corresponde al de los seres humanos y el inferior donde vive el Diablo y sus aliados.

Tanto la idea de Dios como la del Diablo son un sincretismo con el cristianismo,  aunque anteriormente ya existía la idea de una eterna lucha entre el bien y el mal, representado por espíritus benefactores u hostiles al ser humano.

Mundo Superior

Nuestro Padre y Nuestra Madre

Hijos de Nuestro Padre y Nuestra Madre

Almas rarámuris

Tierra

Criaturas del Agua                 Rarámuris y Chabochis             Seres terrestres

 

Mundo Inferior

El Diablo y su esposa

Los ayudantes del Diablo

 

Esquema de William L. Merrill

 

Mundo Superior

Anteriormente a la llegada del cristianismo “Dios y su esposa” correspondían a los modelos de la naturaleza masculino y femenino representados por el Sol y la Luna. Posteriormente se asimilaron a las figuras cristianas de Dios y la Virgen (aunque como esposa y no como madre).

Sus hijos son espíritus que Dios envía a la Tierra para proteger a los humanos, los espíritus masculinos se materializan en cruces y los femeninos en medallas. Ambos objetos son llevados por hombres y mujeres para defenderse del mal.

La cruz era un símbolo solar muy utilizado en la cultura rarámuri, se colocaba en lugares especiales de culto y se utilizaba en ceremonias, eso facilitó el contacto con los primeros misioneros jesuitas. Actualmente se siguen utilizando en rituales de curación y ceremonias importantes, como la Semana Santa, también se ven clavadas por toda la Sierra Tarahumara.

En el mundo superior (el Cielo) también se encuentran las almas de los rarámuris, asecendidas a él después de la muerte.

La Tierra

En la Tierra viven los rarámuris y los chabochis (no rarámuris, especialmente blancos y mestizos).

El mundo rarámuri está lleno de espíritus que habitan en algunos lugares especiales, en los fenómenos naturales -como remolinos de aire-, o dentro de animales y plantas. Algunos son muy beneficiosos, como el peyote. Otros son temidos como los remolinos o los espíritus de seres acuáticos.

Mundo Inferior

Habitado por el Diablo y sus ayudantes, que son las almas de los chabochis y los hechiceros. Son los causantes del mal en el mundo, especialmente de las enfermedades.

 

El alma

Uno de los aspectos más interesantes de la cultura rarámuri es la idea de las almas. Los rarámuris consideran que en el ser humano, en concreto en el corazón, habitan varias almas. Unas tienen carácter superior y otras inferior. Las superiores representan las cualidades del adulto y las inferiores las infantiles. Todo ser conserva el niño o la niña que fueron y sus comportamientos.

El alma no es algo único en el ser humano, sino que existe dentro de otras criaturas y se asocia generalmente a la respiración, es el aliento vital, aunque algunas plantas pueden tener también alma

La enfermedad se produce cuando las almas superiores abandonan el cuerpo. Durante el sueño las almas salen del cuerpo y pueden ser robadas por los brujos o el propio Diablo.

Las almas pueden escapar del cuerpo cuando hay mucha tristeza, por eso tratan de ser alegres y asocian la alegría a la buena salud. El tesgüino actúa en este caso como remedio preventivo.

El pensamiento es una facultad del alma superior. A medida que se va ganado experiencia y años se tiene mejor capacidad de pensar y analizar, el alma es más madura, por eso los ancianos son tan respetados y venerados en la comunidad rarámuri.

La inmadurez, la falta de responsabilidad y la locura se asocian a individuos cuyas almas superiores no se han desarrollado y dominan las infantiles.

Otro aspecto importante en la cultura rarámuri es el mundo de los sueños. Se considera necesario que un curandero o un líder comunitario tenga clarividencia en los sueños, pero también son algo cotidiano que se comenta en las reuniones sociales y, como veremos en el punto siguiente, en los sermones. Los sueños se relacionan con las experiencias y aprendizajes del alma durante su salida del cuerpo en la noche, son mensajes que dan información importante para la vida cotidiana.

La idea del alma y la figura de la cruz permitieron una fácil fusión de la cosmología rarámuri con el cristianismo, dando lugar al modelo de creencias actual.

Los sermones

Otro punto de convergencia con los primeros misioneros fueron los sermones rarámuri. La conversación es algo muy valorado. Cuando se visita a unos vecinos es normal estar largo tiempo hablando, no solo sobre los temas cotidianos, sino también sobre algunos más trascendentes, como decía Artaud, entre ellos los sueños y sus significados.

En estas reuniones es fácil que algún líder o anciano aproveche para dar un sermón. Son largas charlas en las que el orador adoctrina a la comunidad sobre mitos, cosmología, moral o costumbres. Es la forma de tradicional de transmitir el conocimiento y plantear los temas importantes que afectan a la comunidad. También es la forma de instruir en los valores rarámuri a los niños, dado que no existen instituciones formales de educación, salvo las escuelas oficiales que el Gobierno ha establecido en los pueblos principales.

A veces estos sermones son muy estructurados y el gobernador convoca a la comunidad para escucharlos. En general no tienen el objetivo de informar de un hecho actual, sino recordar los consejos para llevar una conducta apropiada. La solidaridad en la comunidad y la diligencia en el trabajo son dos de los temas principales.

Se dan sermones también en los juicios para reprender al malhechor por sus actos y recordar así al resto las normas de convivencia.

En otras ocasiones los sermones tienen un carácter más sobrenatural, ya que proceden de mensajes que las deidades o espíritus han transmitido al orador en sueños. Suelen estar relacionados con consejos preventivos acerca del Diablo, hechiceros o malos espíritus. El lenguaje suele ser muy simbólico y difícil de entender, si no se conocen bien estos símbolos, se trata de evitar nombrar a las entidades malignas para no atraerlas.

El sistema de sermones es uno de los pilares que mantienen viva la tradición, garantizando la transmisión del conocimiento, práctico, ético y esotérico.

 

La Semana Santa

Existen dos tipos de celebraciones, las que se llevan a cabo en rancherías y se relacionan principalmente con ciclos agrarios o ceremonias de sanación y las que se realizan en los pueblos, generalmente en torno a la iglesia, que tienen un carácter religioso.

Una de las celebraciones más importantes es la de Semana Santa. La convergencia de antiguos ritos relacionados con la siembra y la entrada de la primavera con la Pascua Cristiana, aunque en las celebraciones no participan sacerdotes católicos.

Desde los días previos al Jueves Santo se oyen aproximarse los tambores de los grupos que van bajando desde las rancherías a la iglesia. Se montan doce arcos de madera adornados con plantas alrededor de la iglesia y se hacen ofrendas de flores y comida a los santos representados en el interior.

Los hombres se dividen en dos grupos, fariseos y judas. Durante los días siguientes, estos dos grupos realizarán danzas y combates simbolizando la eterna lucha del bien y el mal.

Los danzantes se adornan el cuerpo y la cara con pinturas blancas y rojas que representan otra dualidad, lo masculino – el blanco- y lo femenino -el rojo-. Se cubren la cabeza con coronas de plumas de pavo o usan la cinta tradicional para sujetar el pelo.

Durante el jueves se llevan a cabo distintas danzas en torno a los arcos, acompañadas por la música de tambores, flautas y las campanas de la iglesia.

El viernes  tienen lugar varias procesiones, la más impresionante es la que se hace por la noche iluminada por la luz de las antorchas. La procesión va precedida de tambores y recorre los cerros vecinos al pueblo visitando lugares que consideran sagrados ,como algunos bosques, rocas o ríos.

El sábado por la mañana es momento de recogimiento, por la tarde vuelven a salir las procesiones, que terminan haciendo ofrendas en la iglesia y danzando.

El tesgüino está presente en toda la celebración y se pueden apreciar evidentes signos de embriaguez en muchos danzantes. Las mujeres y los niños permanecen de espectadores junto a los chabochis y algunos visitantes llegados para presenciar las procesiones y rituales.

El Domingo de Resurrección tiene lugar la batalla final del bien y el mal. Los judas portan un muñeco de trapo del tamaño de una persona. Hay combates reales entre miembros de los dos bandos, son combates similares a los de la lucha libre. Al final de la mañana con el ahorcamiento y quema del muñeco de Judas se da por finalizada la Semana Santa.

Una vez más el bien ha vencido al Diablo, se produce la Resurrección y los campos están ya fértiles para la siembra.

Poco a poco el sonido de los tambores se va alejando camino de las profundidades de la Sierra; la iglesia y el pueblo vuelven a la calma solitaria.

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Hemos hecho un recorrido por la tradición de uno de los pueblos más interesantes de México, rodeado de leyendas. Ya hemos dicho que en México lo mágico forma parte de lo cotidiano y que por lo tanto los rarámuris, junto con otros pueblos indígenas, son una parte esencial del alma del país.

Se podría hablar mucho más de los rarámuris, de los curanderos y sus prácticas, de los brujos, de las famosas carreras recorriendo grandes distancias en la Sierra arrastrando una bola, del difícil equilibrio entre el mantenimiento de su cultura y la integración en el Estado mexicano moderno, pero lo dejamos para un nuevo artículo.

La abrupta Sierra Tarahumara sigue protegiendo el hogar rarámuri. A sus rancherías solo podrá llegar el viajero respetuoso e interesado en enriquecerse con una cultura diferente, pero nunca inferior.    

 

 


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Comentarios

Txema
hace un mes

Muy buen artículo. No conocía ése aspecto de México. Las fotos geniales.
Ojalá se mantenga viva la cultura Tarahumara y la de todos los otros pueblos de México