Corredor del Wakhan, historia y los últimos nómadas kirguises

Publicado el 1 de diciembre de 2025, 11:40

A finales del mes de junio, el deshielo en las cordilleras del Pamir e Hindu Kush ha hecho crecer el cauce del rio Wakhan y sus aguas han inundado la pista de arena que transcurre entre el cauce del río y las paredes rocosas de las montañas, cerrándonos el paso de regreso al valle.

Volvemos del Corredor del Wakhan, una estrecha franja desértica perteneciente a Afganistán, que separa las dos cordilleras citadas y los territorios de Pakistán y Tayikistán. Al final del Corredor comienza la región china de Xinkiang, a la que se accede por el difícil Paso del Wakhjir a cinco mil metros de altura.

Por el Corredor pasaron Alejandro Magno y Marco Polo, era uno de los caminos secundarios de las caravanas de la seda y en el S. XIX fue parte del tablero sobre el que se llevó a cabo el Gran Juego por el control de Asia Central entre el imperio británico y la Rusia zarista. Actualmente se está desarrollando una nueva partida, con China como principal actor, ante la mirada inquieta de Rusia, Pakistán y EEUU.

Es el hogar de pueblos que luchan por mantener su antigua forma de vida tradicional en una naturaleza que parece hostil a la vida, ajenos a los intereses políticos de la zona, pero afectados por ellos. Son los wakhis y los nómadas kirguises.

Las aguas del Wakhan siguen creciendo y bajan arrastrando con fuerza lodo y piedras hasta unirse con el río Pamir para formar el río Panj, que más tarde será el mítico Amu Daria. Dudamos en cruzar, pero la situación no mejorará y no podemos quedarnos atrapados todo el verano. La habilidad de nuestros conductores y la resistencia de los 4x4 nos permiten superar el obstáculo y llegar Qaleh-e-Panja. Allí nos recibe Fath Ali Shah, líder del clan familiar y descendiente de los últimos gobernantes del Wakhan. Con él y su familia habíamos estado en nuestro camino de ascenso hacia el Corredor.

El Corredor del Wakhan es un lugar lejano, geográficamente y en la memoria, pero que fue testigo de importantes episodios históricos que diseñaron el actual mapa de la región.

El Gran Juego

A principios del S. XIX la Rusia zarista avanzaba en Asia Central, se enfrentaban a las hordas kazajas y llegaba hasta las fronteras de los janatos -emiratos- islámicos de Joqand, Jiva y Bujara, actuales territorios de Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán.

Inicialmente Rusia estableció relaciones diplomáticas con los janatos, que mantenían frecuentes luchas entre ellos, lo que los debilitaba frente a la verdadera intención del imperio zarista: el control y dominio de la región.

El motivo alegado por Rusia para su expansión era la constante amenaza que para el comercio y las caravanas que recorrían la zona representaban las hordas kazajas y los bandidos de las estepas, que se refugiaban en los janatos. Así como proteger su frontera sur. El mismo argumento que luego utilizó para invadir Afganistán en 1979.

Las verdaderas razones eran otras. Por un lado, controlar los janatos y sus rutas comerciales, disponer de sus materias primas y tener acceso a los mares de la región, Caspio e Índico. La otra era la creencia que todos los imperios han tenido, y siguen teniendo, de que su destino histórico es extender “la civilización” a otros pueblos que consideran no desarrollados. Es la excusa que siempre ha utilizado el colonialismo y era la que esgrimía Rusia para expandir sus fronteras.

Por su parte los británicos mantenían un difícil equilibrio en la India, como se vería más tarde con la revolución de los cipayos en 1857, y veían peligroso el avance de Rusia hacía lo que consideraban sus fronteras y las de su aliado, el emir de Afganistán Dost Mohammed.


La crisis estalló cuando Rusia envió a Kabul a un oficial de cosacos para negociar con el Emir un acuerdo. Los británicos decidieron actuar y enviar un ejército expedicionario para deponer a Dost Mohammed y colocar en su lugar a Sah Shuja, a quien consideraban leal a la corona británica.

Para justificar la invasión a un país supuestamente aliado se escribió un documento, el Manifiesto de Simla, en el que se exageraban los riesgos de la misión rusa y se argumentaba que con la invasión se buscaba también la seguridad y prosperidad del pueblo afgano. Como vemos la historia siempre se repite.

Desde Londres hubo muchas dudas sobre la conveniencia de la invasión. A pesar de ello en la primavera de 1839 las tropas británicas invadieron Afganistán y depusieron a su Emir.

Tres años más tarde se producía el desastre. Los británicos se retiraban trágicamente de Kabul y Dost Mohammed volvía al poder. Desde entonces es considerado un héroe nacional.

Rusia no había conseguido tampoco el control de Afganistán que buscaba. Sin embargo, no detuvo su expansión en Asia hasta que llegó a controlar los janatos entre los ríos Syr Daría y Amu Darya.

En los años siguientes ninguno de los dos imperios dejó de hacer movimientos estratégicos. Fue un juego de intrigas, espías y guerras inútiles en las que el principal sufrimiento fue para Afganistán. Desde las respectivas metrópolis se vio como algo épico que dio lugar a leyendas e inspiró a escritores y artistas.

El nombre de “Gran Juego” (Big game) se debe al capitán de la Compañía de la Indias Orientales Arthur Conolly, quien en una carta a un compañero describía la lucha por el control de Asia Central como una partida que estaban jugando las dos grandes potencias en la zona. Posteriormente el escritor Rudyard Kipling popularizó el término en su novela -Kim- y situó en ese escenario histórico la novela -El hombre que pudo ser rey-.

En 1907 se firmó la Convención Anglo-Rusa que puso fin a un siglo de disputas entre Gran Bretaña y Rusia a las que no fueron ajenos Persia y China. Afganistán quedó como un estado independiente, pero bajo la influencia británica.

El Mir del Wakhan

Qaleh-e-Panja es una pequeña población agrícola que se encuentra a la entrada del Corredor del Wakhan. Es un oasis a orillas del río Panj en medio de las estepas desérticas que forman el Corredor. Allí conocimos al descendiente del último Mir del Wakhan. Sus antepasados tuvieron un papel importante en el acuerdo que se firmó en 1895 entre los imperios ruso y británico en el marco del Gran Juego. A raíz de ese acuerdo, el corredor del Wakhan pasó a formar parte del Emirato de Afganistán, creando una franja que separaba los territorios rusos de los de la India Británica.

El título Mir procede de la palabra persa Amir que significa líder o príncipe. Se usaba para nombrar a los gobernantes locales con rango inferior al del Shah o el Emir.

Debido su aislamiento geográfico, hasta el S.XIX el Wakhan había mantenido una cierta independencia de los emires de Kabul. Estaba gobernado por príncipes locales conocidos -mires- que ejercían un poder muy limitado sobre las poblaciones dispersas y nómadas del Corredor. Esta aristocracia pertenecía al pueblo wakhi, agricultores y pastores, originalmente nómadas. Actualmente en su mayoría son ya sedentarios y constituyen el grupo étnico principal de la zona de Qaleh-e-Panja.

Fath Ali Shah nos recibe en su casa, junto a su familia. Su hija, Bibi Bullquis, nombre que hace referencia a la Reina de Saba, es la encargada del protocolo wakhi de hospitalidad. Ya no tiene el título de princesa, pero no hay duda, por su cortesía y presencia, que en ella se mantiene viva la tradición de las princesas wakhis de otra época.

Fath Ali Shah y su hija Bibi Bullquis

Los mires del Wakhan se habían mantenido prácticamente ajenos a los asuntos políticos del país hasta mediados del S. XIX, en el que los contendientes del Gran Juego se fijaron en el Corredor y lo consideraron un lugar estratégico.

Después de varias negociaciones, en 1895 se firmó el “Acuerdo anglo-ruso sobre el Corredor del Wakhan”. En el acuerdo se establecía que el Corredor pasaba a depender de la autoridad del emir de Afganistán -de hecho, ya era prácticamente así- más controlable que un príncipe local con independencia. De esta forma el Corredor se convertía en un territorio tapón entre los dos imperios para mantener alejadas sus respectivas fronteras.

Antes de la firma del acuerdo hubo sobre el terreno delegaciones de ambos países delimitando geográficamente las fronteras exactas. El imperio ruso quedaba al este de los ríos Panj y Pamir y la India Británica terminaba en las estribaciones del Karakórum. Al norte la frontera con China.

El acuerdo se firmó en San Petersburgo, en una de sus esquinas figura un sello impreso. Es el sello de un anillo que pertenecía al mir del Wakhan, en reconocimiento del importante papel que a partir de entonces jugaría en el mantenimiento del Wakhan como zona neutral. Su descendiente, Fath Ali Shah nos lo muestra con orgullo.

No son tiempos fáciles en Afganistán -nunca lo han sido- y los extranjeros siempre causamos desconfianza, por lo que no queremos abusar de la hospitalidad de la familia, ni mucho menos crearles un problema. Siguen siendo los testigos vivos de la tradición oral y de la historia legendaria de reinos casi perdidos en las estribaciones de las inmensas cordilleras de Asia Central.  Agradecemos su hospitalidad y nos despedimos hasta nuestro regreso para seguir adentrándonos en el Corredor.

                                                                                           ***************************

El pueblo wakhi

Los wakhi son un grupo étnico perteneciente a los pueblos iranios. Su población es de unas 100,000 personas repartidas entre Tayikistán, Afganistán, Pakistán y China. No se sabe mucho de su historia, pero probablemente proceden de las estepas iraníes y se establecieron hace más de mil años en el terreno que habitan actualmente.

Son de religión chiita ismaelita seguidores del Aga Khan, quien a través de su fundación apoya en el mantenimiento de escuelas y centros sanitarios. Sus costumbres son diferentes a los de otros grupos islámicos, no realizan el ramadán y las mujeres suelen vestir sus trajes tradicionales sin cubrirse el rostro.   

Sus pueblos están construidos de casas de adobe, decoradas en su interior con dibujos geométricos. En ellas vive toda la familia, desde los abuelos a los nietos incluyendo a veces tíos y primos.

De origen nómada, en la actualidad son en su mayoría sedentarios, aunque practican la trashumancia moviendo sus ganados en función de las estaciones en busca de pastos más favorables y una climatología más benigna en invierno. Los rebaños suelen ser de yaks, ovejas y cabras. Para el transporte utilizan burros, caballos y en algunos casos camellos. Como para otros pueblos del Corredor, sus animales son la base de la subsistencia, de ellos obtienen el alimento, la base de sus tejidos y el combustible para la cocina y la calefacción

Sus fiestas se remontan a tradiciones preislámicas y se asocian a las estaciones del año y los ciclos de las cosechas. Siendo la más importante el Nauroz, el año nuevo persa, que se celebra el veintiuno de marzo y da fin al periodo de frío y oscuridad del invierno.

El traje que visten las mujeres es muy colorido y lo usan habitualmente, incluso para los trabajos en el campo. Lo forman una túnica, pantalón y un pañuelo que cubre la cabeza para protegerse del sol. A veces llevan también un gorro bordado con motivos geométricos y flores. No hay un color único, como ocurre con vestimentas de otros pueblos. Vestidos rojos, naranjas, violetas o azules alegran los duros paisajes de los campos donde viven.

Debido a su aislamiento, no se han visto muy afectados por las guerras que han asolado el país sin interrupción desde los años setenta. Recientemente, como luego veremos, hay presencia militar talibán en el territorio, considerado zona estratégica, especialmente por las nuevas relaciones con China.

Rostros Wakhis

***********************************************

Tras los pasos de Marco Polo   

Hemos dejado Qaleh-e-Panja y seguimos internándonos en el Corredor. La pista de tierra va tomando altura y a nuestro lado aparecen barrancos al fondo de los cuales fluye salvaje el río.

Es la ruta que recorrió Marco Polo siguiendo la de las caravanas que unían Persia con China. El viaje lo relata en el libro Il Milione, que dictó mientras se encontraba en la prisión de Génova en 1298 tras la batalla de Curzola entre las armadas genovesa y veneciana.

Marco Polo describe el Corredor como una tierra inhóspita de altas montañas, donde es difícil respirar y carente de vegetación. Habitada por pueblos nómadas. Hogar del leopardo de las nieves y la cabra que lleva su nombre (la cabra de Marco Polo).

Superado el ascenso hasta los 4.000 metros llegamos a una inmensa llanura bordeada por las dos cordilleras. El terreno se vuelve más verde y ofrece pasto para los rebaños de yaks de los nómadas. Los ríos se han desbordado y nos obliga a vadearlos frecuentemente. De nuevo, la pericia de nuestros conductores salva los obstáculos.

Durante el viaje de regreso en uno de esos ríos nos encontraremos con una imagen insólita. En medio del río, un hombre, claramente occidental, en paños menores, intenta poner en píe una motocicleta que ha arrastrado la corriente y se encuentra bloqueada entre unas piedras.

Paramos para ayudarlo y conseguimos sacar la moto del río arrastrándola con uno de nuestros 4x4. Todo su equipaje, y él mismo, estaban empapados. Aunque es mediodía y el sol aprieta fuerte, en la noche la temperatura puede bajar de cero grados. Le ofrecemos que regrese con nosotros, pero decide esperar a que la moto arranque y seguir camino. Es italiano y parece como si el espíritu aventurero de su antepasado se hubiese reencarnado en él. Le damos un gran “in bocca al lupo (mucha suerte)” y seguimos nuestro camino.

Marco Polo rescatado por nuestra expedición

Avanzando por la llanura empiezan a parecer rebaños de yaks y algún jinete lejano. Es el primer contacto con los nómadas kirguises. Vemos ya algunas yurtas aisladas y al fondo un pequeño campamento que es el objetivo final de nuestro viaje.

Entre los nómadas kirguises

El campamento está formado por varias yurtas y alguna pequeña casa de adobe, usadas generalmente como almacenes y para proteger al ganado de las duras condiciones climáticas invernales.

Como ocurrió con los wakhis, nos recibe el jefe del clan junto a su familia. En esta ocasión las mujeres se quedan algo alejadas y son los hombres los encargados de los rituales de hospitalidad. En todas las partes del mundo donde la naturaleza es muy hostil, como desiertos o zonas árticas, la hospitalidad al viajero no es solo una costumbre de cortesía, es una obligación que tienen los anfitriones para socorrer y dar cobijo y alimento al viajero. Los nómadas saben muy bien que ellos mismos se pueden encontrar en una situación difícil en la que la ayuda de otros campamentos puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

Pasados los saludos iniciales, nos alojan en una de las yurtas y nos sirven una comida de bienvenida a base de vegetales, queso de yak y un guiso de carne, que aquí es un lujo. Acompañan la comida con unos deliciosos “buñuelos” que acaban de cocinar llamados burshocks. Hemos llegado a lo que será nuestra casa por los próximos días y donde conviviremos que uno de los últimos pueblos nómadas de Asia Central.

El origen del pueblo kirguís es incierto pero la teoría más extendida lo localiza en las estepas siberianas del río Yenesei. Posteriormente y debido a la presión de los mongoles se fueron desplazando hacia las montañas de Tien Shan, situadas actualmente en Kirguistán, donde se mezclaron con pueblos de ascendencia túrquica.

Se estima que la población kirguís es de unos seis millones de personas distribuidas entre Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, China, Rusia, Kazajstán y Afganistán. Tal vez sea en este último país en el que conservan mejor sus tradiciones, debido a su aislamiento geográfico y la escasez de su población. En el resto de los países se han acogido mayoritariamente a los programas de los gobiernos para hacerlos sedentarios, aunque mantienen viva su cultura.

En Afganistán su población no pasa de las 2.000 personas, habitan en el Corredor del Wakhan y siguen siendo nómadas. Viven organizados en clanes llamados uruus. El uruu está formado por varios campamentos de yurtas, relativamente próximos. En cada campamento viven varias familias. El clan está dirigido por un jefe que es elegido periódicamente por los miembros del uruu. En la elección tiene importancia la trayectoria personal y el linaje familiar de los candidatos.  Tradicionalmente la mujer no participaba en las elecciones de los gobernantes del clan, pero últimamente están empezando a tener un papel más relevante en los consejos de ancianos y en las decisiones del uruu.

En ausencia de representantes del gobierno central, el jefe del uruu realiza funciones de gestión de los recursos, resolución de disputas, relación con otros clanes y protección de los miembros más débiles del clan, como enfermos y viudas.

El jefe del uruu que nos acoge y su familia junto a una mujer ataviada con traje de novia

Son de religión islámica sunita, aunque en algunas comunidades siguen manteniendo las tradiciones chamánicas, en sincretismo con el islam. Como otros pueblos que viven en contacto directo con la naturaleza, consideran que ésta se encuentra habitada por espíritus, benéficos o maléficos. Recurren a ellos para proteger a la comunidad y al ganado. También tienen mucha importancia los espíritus de los antepasados. Durante el viaje encontramos varios antiguos cementerios kirguises ubicados en un entorno impresionante frente a picos montañosos con nieves perpetuas.

Antiguo cementerio kirguís

La base de su economía es el ganado, en su mayoría yaks. De ellos obtienen, como los wakhis, alimento, tejido y combustible. El ganado pasta libre en los campos próximos al campamento y cada mañana las mujeres y niñas retiran a las crías para poder ordeñar a sus madres.

Los suministros que no producen ellos y algunas herramientas los obtienen de mercaderes ambulantes que recorren la región en pequeños y destartalados camiones. A veces también en pequeñas caravanas.  

En otoño y primavera el campamento se levanta para trasladarlo a un terreno más propicio para la estación que se avecina. Algunas yurtas tienen estructuras metálicas, pero otras conservan aún las estructuras de madera tradicionales. Dentro de cada yurta se apilan baúles artesanales de madera y cuero que han acompañado durante siglos sus migraciones. Los traslados se realizan en pequeños camiones o a lomos de yak.

Las mujeres visten el traje tradicional de color rojo y un sombrero cubierto por un pañuelo, blanco para las mujeres casadas y rojo para las solteras. Los hombres solo usan la vestimenta tradicional para las fiestas y eventos especiales como las bodas.

El colorido traje de la mujer kirguís

Pareja de novios con traje de boda

Los días que estuvimos con ellos transcurrieron con calma, en el que la vida cotidiana del campamento se desarrollaba ajena a nuestra presencia. Por la mañana ordeñar el ganado y recoger agua en los arroyos cercanos. Limpiar y cocinar, la mayor parte de las veces en las estufas de excremento de yak que se encuentran en el interior de las yurtas. En la tarde el campamento languidece y solo se ven algunos niños jugando. La noche empieza a caer, la temperatura baja drásticamente y hay que abrigarse. De la rendija que deja la puerta entreabierta de una yurta sale la luz calida del fuego que está encendido dentro. Empieza a oler a guiso y manteca. El cielo, ausente de nubes y contaminación lumínica, se llena de miles de puntos brillantes lejanos. Solo se oye el fluir del río y el mugido de algún yak. Me quedo cerca del río manteniendo la esperanza de ver al habitante más esquivo de la región, el leopardo de las nieves, hasta que el frío me hace regresar al calor del fuego y una taza de té.

Vida cotidiana en el campamento

************************************************************

Parque Nacional del Wakhan, santuario del leopardo de las nieves

******************************************************

Al amanecer nos despiertan los yaks, que retornan mugiendo y al galope de sus paseos nocturnos en busca de pastos. Hoy vamos a visitar la escuela local y el centro sanitario, una pequeña escuela y un centro con un solo médico.

La escuela es un pequeño edificio de bloques de cemento situado entre los campamentos. Nos reciben tres profesores y algunos alumnos, todos chicos. Nos enseñan las aulas y nos explican que dan todo tipo de materias, desde historia hasta matemáticas. Los profesores no son kirguises y no hablan la lengua local, enseñan en dari. Como en el resto de Afganistán los programas educativos han contado con el apoyo de UNICEF, las cartillas y mochilas escolares llevan su anagrama y se distinguen por el color azul que llena las carreteras del país cuando es la hora de salir o entrar a clase. Con el nuevo gobierno la ayuda ha disminuido y no es claro el futuro de la cooperación internacional en el país.

Una visita a la escuela

Por la tarde visitamos el hospital local. Un solo médico para atender el Corredor Norte. Apenas hay medicinas y los tratamientos que se pueden atender son muy escasos. La medicina tradicional casi se ha perdido y la moderna apenas llega por lo que, tal vez, se encuentren en la situación sanitaria mas vulnerables de su historia.

Centro sanitario en el Corredor Norte. Ondeando la bandera talibán

Empieza a caer el sol y regresamos a nuestro campamento. Las sombras de las montañas comienzan a cubrir el valle. En la distancia una mujer recoge agua de un arroyo y carga los bidones llenos sobre un burro.

Un partido de buzkashi

Un partido de buzkashi,grabado en madera del artista afgano Amanullah Haiderzard

A primera hora de la tarde empiezan a llegar a nuestro campamento jinetes procedentes de campamentos vecinos. Llevan las caras cubiertas para protegerse del sol y del polvo. Desmontan y pasean al lado de sus caballos, casi no hablan entre ellos, solo ligeros saludos. Son los jinetes del buzkashi, el antiguo juego a caballo que lleva siglos practicándose en las estepas de Asia Central y que algunos dicen que fue el precursor del polo.

No se sabe bien cual es el origen de este juego, pero se considera que tiene más de mil años y que pudo nacer como entrenamiento para la guerra de los jinetes mongoles.

Buzkashi significa algo así como “arrastrar la cabra” y el nombre explica el juego. Es un juego salvaje sin reglas, donde gana el que consigue llevar una cabra, sacrificada previamente, dentro de un círculo trazado en el suelo. Se puede jugar por equipos o todos contra todos, que es la forma tradicional.

El buzkashi se practica principalmente en el norte del país, en las ciudades de Balkh, Mazar-e-sharif y Samangán. Los partidos suelen jugarse los viernes por la tarde después de la oración.

Durante su primer gobierno, los talibanes trataron de prohibir el juego, tal vez por no ser de tradición pashtún, pero actualmente lo toleran y lo consideran como parte de las tradiciones del país que se deben mantener --un escolta talibán que nos habían asignado en un control del camino participó en la partida-.

La componente guerrera del juego lo hizo muy famoso entre los señores de la guerra en la década del 2000. El comandante uzbeko Abdul Rashid Dostum y el tayiko Mohammad Qasim Fahim fueron grandes jinetes de buzkashi y financiaron equipos, en algunos casos desviando dinero de la comunidad internacional para ayuda militar o la reconstrucción del país.

Los jinetes se van agrupando en la esplanada donde tendrá lugar el partido. Los ancianos del clan salen de las yurtas ataviados con sus chalecos tradicionales y luciendo el gorro kirguís en forma de cono blanco con bordados en negro. El jefe del clan coloca la cabra en el centro del círculo y da la señal de comienzo. En los partidos de buzkashi pueden llegar a competir hasta doscientos jinetes. Esta vez es una partida pequeña y no habrá más de cuarenta.

Los jinetes se lanzan en busca de la cabra al centro del círculo. La pradera se llena del polvo que levantan los caballos y se produce la confusión. Gritos, relinchos y látigos amenazantes. Un jinete emerge del círculo con la cabra, el resto le persigue y trata de quitársela. El grupo se aleja galopando y vuelve para tratar de depositar la cabra dentro del círculo. Otros jinetes les cortan el paso. Chocan los caballos y pasan al galope entre los espectadores. Al final uno de ellos consigue esquivar al resto y alcanza el objetivo: depositar la cabra dentro del círculo. Es el primer punto. El jefe del clan le da una cinta en reconocimiento del tanto. Al final ganará el jinete que más cintas tenga colgadas de su caballo.

Después de casi dos horas, el partido termina. Caballos y jinetes están agotados y sudorosos. Todavía queda polvo flotando sobre la pradera. El peligroso ritual ancestral de unión entre hombres y caballos se ha repetido una vez más recordando la estirpe guerrera de los que una vez llegaron, con esos mismos caballos, hasta las murallas de Viena.

La presencia Talibán en el Corredor

A pesar de que el Corredor siempre se ha mantenido aislado y un tanto ajeno a los acontecimientos políticos y bélicos que han asolado al país, debido a su carácter estratégico la presencia militar talibán se ha incrementado recientemente.

En todo Afganistán son necesarios permisos especiales para recorrer el país y no es suficiente con el visado, pero en el Wakhan estos trámites son más estrictos.

Gestión de permisos en la oficina local talibán

China está construyendo una carretera para evitar los difíciles pasos de alta montaña y facilitar las comunicaciones y el acceso a los recursos minerales del país. Por su parte EEUU reclama la base aérea de Bagrám, que fue el centro de operaciones aéreo americano entre los años 2001 y 2021, posteriormente abandonada cuando las tropas internacionales salieron del país. El enclave es estratégico en la geopolítica mundial, donde China, Rusia, EEUU y Pakistán pueden estar ya iniciando una nueva partida de la repetición histórica del Gran Juego.

Durante la ruta de ascenso al Corredor tuvimos que pasar diversos controles. En uno de ellos nos asignaron un escolta armado “por nuestra seguridad” que nos acompañó el resto del viaje y se animó, como ya hemos comentado, a participar en el partido de buzkashi.

Por la pista de ascenso al Corredor varios carteles muestran la tensión que existe en la zona, y en el país en general, oculta tras la paz de las montañas. A los nómadas no les gusta la presencia militar, aunque alguno de ellos se ha unido a los talibanes buscando un sueldo, la mayoría lo consideran una invasión de su territorio ancestral.

El último día en el campamento kirguís vino una patrulla talibán. La mayoría eran pashtunes pero siguieron las reglas de protocolo kirguís. Su jefe llevaba el tradicional gorro kirguís y el registro que hicieron de las yurtas y casas de adobe fue con “relativa educación”. Por su parte el jefe del uruu los recibió de acuerdo a las reglas establecidas de hospitalidad. Con nosotros fueron correctos, ya habían examinado nuestros permisos unos días antes en un control, incluso nos dejaron hacer alguna foto.

Como hace más de un siglo, el Corredor vuelve a estar en el centro de un perverso juego en el que las potencias extranjeras y los talibanes desarrollan la partida. Unos y otros son extranjeros en un territorio que pertenece a los pueblos nómadas que lo habitan desde hace siglos.

                                                ---------------------------------------------------------------------------------------------------

Hemos tardado tres días en regresar a la ciudad de la que partimos, Mazar-e-sharif, uno de los centros más importantes del chiismo afgano y lugar de peregrinación, donde algunos piensan que se encuentra la tumba del Alí, el yerno del Profeta.

La expedición por el Corredor del Wakhan llega a su fin, pero queda mucho país por explorar.

Un país encrucijada de civilizaciones y enclave estratégico para los imperios que lo rodean. Con una población amable y deseosa de pasar página a cincuenta años de guerra y tragedia ininterrumpida.


Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios